
Reflexiones.
El concepto de fotografía vernácula de viajes es el que me ha llevado a escribir este artículo, a partir de una fotografía que la gran Ana Cayuela se encontró al lado de un contenedor y que amablemente me regaló.
Mientras conducía, estaba tan concentrado en seguir al coche de delante envueltos en la niebla que no miraba alrededor y una vez llegados allí y bajar del coche… Era absolutamente fantástico, un paisaje impresionante, atemporal, extraño, una especie de western filmado por Tarkovsky. Tenía la misma emoción de estrenar un juguete nuevo como cuando era niño.
Al retomar mi réflex analógica, empecé a disparar algunas de las mismas fotos también en digital y en estos meses he juntado una pequeña colección de duplicados. Y eso que comenzó sin un motivo concreto, ha acabado convirtiéndose en un recurso para mejorar mi técnica fotográfica.
Un buen día, andaba yo rebuscando negativos entre los cajones de mi madre cuando de repente di con dos Fuji Superia 100 sin disparar. Hasta el momento, yo no había disparado nunca película caducada, así que vi en ellos una oportunidad de hacer algo diferente.
He rescatado algunas fotografías realizadas en los años 80 de mi archivo, ahora que he vuelto a la fotografía analógica.
Filmomat ha lanzado un nuevo producto muy muy interesante. Se trata del 135 autocarrier, un portanegativos automático que emula a su abuelo Fuji Frontier.
La impresión lith, para mí, trata de papeles antiguos. Trata de revelar lentamente a ojo hasta que la fotografía esté justa. Trata de estudiar los ‘looks’ de los papeles como resultados de los diferentes parámetros del proceso lith e imaginar un motivo que veo en uno de estos ‘looks’. Pero cuando entro el cuarto oscuro, cuando tengo el revelador en la placa calefactora, también trata de trabajar con lo que sucede.