No es normal

Es que no es normal. Muchas personas lo observan cada día camino al trabajo, durante una excursión temprana o tras una noche en vela. Pero levantarse a las cinco de la mañana, con el único propósito de fotografiar el amanecer, es otra historia.

Suena el despertador. En silencio, para no despertar a tu pareja, te levantas, te vistes y sales al salón del apartamento alquilado en el Delta del Ebro. Allí está tu amiga, también fotógrafa, quien acaba de seguir el mismo ritual en la habitación contigua. Sin mediar muchas palabras, bebéis un café mientras revisáis el tiempo en el móvil. Consultáis el cielo, intentando anticipar si el esfuerzo habrá valido la pena, y hacéis un chequeo final al equipo fotográfico que habéis dejado preparado la noche anterior.

Ya en el coche, la noche sigue envolviéndolo todo y el cerebro funciona a medio gas. En la radio suena un magacín matutino; no es momento de música aún. Nos dirigimos al lugar que elegimos el día anterior con la ayuda de Google Maps y Photopills. Es nuestra primera visita allí, pero promete: un lago amplio, una torre de observación de aves que puede dar juego y el sol asomando justo sobre el agua.

Esta mañana he decidido viajar ligero: solo la Mamiya RB67 con dos lentes, una de 127mm y otra de 50mm. En el respaldo de 6x7 llevo cargado un rollo de Cinestill 400D, perfecto para captar la atmósfera dorada del amanecer.

Llegamos al lugar. Montamos trípodes y cámaras, buscando composiciones. El lago, aunque majestuoso, se siente demasiado vacío, y las nubes bajas complican los reflejos iniciales que intento capturar. Pruebo largas exposiciones para crear un efecto seda en el agua, pero falta algo. La torre aún no tiene la luz adecuada para integrarla en la escena.

Tras varios intentos, decido centrarme en una composición clásica en tercios, con la torre como protagonista. El objetivo es claro: usar una larga exposición para crear un espejo en el lago, reflejando la torre y el cielo dorado del amanecer. El Cinestill 400D ofrece un rango dinámico ideal, pero exige precisión. Uso mi fotómetro Sekonic L-308X para medir la luz incidente. Tomo tres mediciones clave: una general, otra sobre la torre y una tercera en las sombras. Busco una diferencia máxima de 4 a 5 pasos entre luz y sombra, exponiendo hacia el medio de este rango para preservar los tonos cálidos sin quemar las altas luces ni perder detalle en las sombras.

Finalmente, la luz se alinea con mis deseos. Corro a la cámara, verifico la composición una última vez, conecto el cable disparador y hago la toma.

Delta del Ebro, Cinestill 400D 120. Laboratorio Carmencita Film Lab.

La imagen resultante refleja bien mi fascinación por la interacción entre el ser humano y el paisaje, lo que llaman Nueva Topografía. Este concepto está presente en gran parte de mi trabajo, y esta foto no es la excepción.

Me gusta especialmente que el reflejo de la torre y el camino sea parcial, evitando llenar toda la composición. La línea del horizonte, ligeramente por encima de la valla, insinúa árboles y edificaciones lejanas, aportando profundidad. Además, las líneas convergentes hacia la zona más clara, donde el sol lucha por despuntar.

Los matorrales a la izquierda equilibran el peso visual, creando una composición armoniosa bajo mi perspectiva. Tras esta foto, aún pasamos un par de horas más explorando otros rincones del Delta, disparando sin prisa y, ahora sí, con la música a todo volumen, hasta que nuestras parejas despertaron. Entonces, con la satisfacción del trabajo hecho, llegó por fin el momento de desayunar y empezar el día.

José Miguel Requena

Aficionado a la fotografia desde hace más de veiente años, disparo tanto en analógico como en digital, aunque los últimos años cada vez estoy trabajando más en analógico. Me interesa, sobre todo, la fotografía documental.

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