El retorno de la ¿fotografía?

Acabo de unirme al club analógico (22 de agosto de 2024) y sin dejar pasar ni siquiera un mes, se me ocurre compartir un primer grupo de 8 fotos b&n de los años 80’s y me veo “recompensado” con diecisiete corazones. Wow…

Me vengo arriba y a la semana siguiente comparto otro grupo de diez fotos de la misma época. Y en esto que Nuria que me dice: “… ¡Qué chulas!...” y me tienta a escribir algo sobre ellas, así que aquí ando haciendo mis primeros pinitos.

Hasta el año 2000 (más o menos), para mí y para casi todo el mundo (creo), cuando pensabas en fotografía había 2 opciones: en blanco y negro (ya en estas fechas, menos) o en color. Me refiero a las copias en papel, ya que las “otras” formaban parte de los pases de diapositivas que en muchos casos “sufrían” amigos y familiares.

Para mí, en este año 2000, se me abrió un nuevo mundo, con la incorporación a… “El Maravilloso Mundo de la Fotografía Digital”. Y la foto, de toda la vida, a la que no había que añadir ningún adjetivo (¿analógica?) quedó relegada en el armario con escasas excepciones.

Ya hace unos años (no más de ocho), tomó fuerza la idea de rejuvenecer mi “mochila” fotográfica y entonces fue cuando al enfrentarme a unos cuantos miles de fotos (bien guardadas): diapositivas (135), y negativos en blanco y negro y en color (135 y 120), se agolparon cientos de recuerdos y el desafío de retomar la práctica de la fotografía de toda la vida (¿analógica?), aunque aún tardé un poco.

Después de esta introducción aburrida, pero espero que interesante, paso a comentar la serie de fotos que nos ocupa.

Todas ellas son de la segunda mitad de los años 80. Unas con intención fotográfica, artística y/o técnica. En muchos casos, para tratar de emular las que aparecían en aquellas maravillosas revistas fotográficas. En papel, claro. ¿De qué otra forma si no puede ser una revista?

Las fotos del poste de teléfonos (¿qué será eso? se preguntarán algunos) y de la chimenea humeante (¡qué de humo nos hemos comido por aquí!) son parte de la cosecha recogida algún domingo temprano por la mañana, de un día, con el entonces típico sirimiri de Bilbao. Tomadas desde la carretera Zorroza-Castrejana.

Siguiendo con el relato, la foto de ese árbol-sombra que nace de la fuente que le da la vida con su agua y las de la carretera con la evocadora niebla se sitúan en Navarra, fruto de una escapada de fin de semana. El árbol-sombra, en Roncesvalles y las nieblas, en una carretera cercana sin determinar. Con la película no podías geoposicionar las fotos.

Las tortuosas raíces y la silueta del árbol bajo el sol “neblinado” se corresponden con un episodio, afortunadamente, poco frecuente por estas tierras, pero que nos provocó verdaderos quebraderos de cabeza, como fue la sequía del año 89. La importante falta de precipitaciones vació el embalse de Ullibarri-Gamboa (como tantos otros) dejando el fondo, del mismo, totalmente cuarteado y descubriendo los tocones de los árboles talados antes de la inundación. El árbol con sol y neblina esa misma mañana y en la misma zona.

Los cabos en tensión, tirando de la rueda y la Casa del mar, con el grupo de mujeres son del marinero puerto de Elantxobe. Una mañana, una tarde, no sé. Ausencia total de sombras como consecuencia del tamaño infinito de la fuente de luz del cielo totalmente cubierto.

Solo queda por comentar la foto “picada” del policía municipal paseando con las manos a la espalda. Está sacada desde el balcón de mi habitación en un cuarto piso en el distrito de Abando de Bilbao. He hecho tantas pruebas de fotos de cualquier tipo desde esa atalaya…

Mis medios técnicos, por aquel entonces, se limitaban a una Canon AE-1 con un maravilloso objetivo Canon FD 50mm f:1.4, un Canon FD 28mm f:2.8 y un zoom Tamron Adaptall-2 70-210mm f:3.8-4. Luego hubo una Canon T-70 de segunda mano y a partir del 2000, solo digital hasta hace unos pocos años, que rescaté las cámaras que acabo de mencionar, más una Yashica 635 (de mi padre) y una Zeiss-Ikon Contessa (de mi abuelo). Luego, algún mercadillo, Ebay, Walapop, etc. me liaron para empezar a coleccionar (y utilizar) cámaras de todo tipo (…unas cuantas). Pero esa es otra historia, que si queréis otro día os la cuento.

Todas estas fotos están reveladas por mí, ya que disponía de laboratorio. y con mayor o menor acierto realizaba mis ampliaciones (solo 135) con mi flamante ampliadora Dürst M305 de la que, todavía hoy, disfruto.

Espero que este relato personal os haya entretenido y más aún, os haya traído recuerdos similares (solo a los más viejos, claro) de vuestras propias historias fotográficas.

Muchas gracias por permitirme compartir estas historias con vosotros.

Fernando Carreras

Aficionado a la fotografía desde siempre. Solo aficionado. Con numerosos periodos productivos e improductivos a lo largo de unos 60 años de “tirar” fotos, con subidas y bajadas en la motivación, pero es la afición que SIEMPRE se ha mantenido conmigo.

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